“Breve testimonio del Documental en Catamarca”
Nadie sabe cual fue el momento en que Catamarca se transformó en territorio de documentalistas. A mediados de los años setenta la producción, mínima pero llamativa, se afirmaba en apuestas a la ficción. Los hermanos Bize Guerra (“Verde Visitante”, “Diosa Pagana”) vendían sus propiedades para crear ficción de un modo utópico rayando lo bizarro, como años antes lo hubiera hecho el legendario Director Ed Wood.
Pero la ficción no prospera todavía y los realizadores buscan en los pueblos desérticos desandar los caminos que tomaron Raimundo Gleyzer y Jorge Prelorán en nuestra provincia durante los años sesenta. Es que vivenciar Catamarca es reinventarse en una nueva mirada hacia la búsqueda de lugares lejanos, y de increíbles historias de supervivencia. Catamarca hiere y atrapa.
Con “El Arraigo” (Ignacio Lovell y Martín Subirá) y “Kusiya, Kusiya” (Patricio Schwanek y Mariel Bomczuk) Catamarca se convierte, en la actualidad, en objeto de análisis pseudo etnográfico con momentos extraordinarios de vinculación entre los entrevistados y los realizadores. Sorprenden los relatos convertidos en coplas. La música lo reúne todo. Las cajas resuenan hipnóticas, una y otra vez unificando las vidas y los paisajes. “Desde el silencio a la Piedra” (Mauro Arch) aborda los secretos del canto en el desierto andino. La voz tañe y se transporta como un llanto. “Asecho a la Ilusión” (Patricio Schwanek) acusa el saqueo de los recursos naturales y la pelea gestada para ganar los restos de la riqueza convirtiendo, a este documental, en una herramienta de consulta para organizaciones ambientalistas de todo el país.
Al extremo opuesto “Los Días” (Gustavo Nieva) da cuenta, con un relato minimalista y conmovedor, del envejecimiento de su padre. Al parecer la convivencia con la muerte es, en definitiva, un hilo invisible. “Dos” (Diego Jiménez) se expresa en fotografías tomadas por el autor a sí mismo, en momentos de profunda depresión.
Casi sin apoyo se abrieron paso estos y otros proyectos que ha diferencia de los intentos en la ficción adquieren un lenguaje propio y original. El documental ofrece un contrato irrenunciable entre el director y su entorno. Así Catamarca vista por sus realizadores, es un territorio de constelaciones rurales casi míticas en que la vida es un doliente milagro.
Mimetizados en los paisajes siguen recorriendo los desiertos, buscando rescatar los testimonios de un pueblo que lucha por no perder su identidad, como relatos contados de abuelos a nietos, que son tesoros de un pasado lleno de riquezas, misterios y guerras negadas.
Diego Jiménez – Realizador Catamarqueño
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